La nostalgia como huésped

21/Mar/2011

El País, Caterina Notargiovanni

La nostalgia como huésped

EL PERSONAJE El martes presentan la primera traducción al español de un libro de relatos de Fritz Kalmar, abogado austríaco que se refugió en Uruguay tras huir de los nazis.
19-3-2011
CATERINA NOTARGIOVANNI
Descubrí algo increíble”, decía el correo electrónico que la traductora uruguaya Raquel García Borsani, residente en Berlín, le envió al director de la editorial Trilce hace más de un año. La joya era un libro publicado en 1997 en Viena (Austria), bajo el título Das Herz europaschwer, de Fritz Kalmar.
Lo “increíble” no se limitaba el valor literario de esos relatos breves, sino al hecho de que habían sido escritos en Uruguay, más concretamente en el barrio Pocitos, donde este austríaco vivió entre 1953 y 2008, cuando falleció.
Los textos y su historia merecían ser conocidas por el público hispanohablante. Por eso, y gracias a la colaboración de la familia que vive en Austria, se llegó a la edición de Vivir entre dos mundos. Cuentos de añoranza de judíos y otros exiliados en Bolivia y Uruguay, primera traducción al español de la obra de Fritz Kalmar. O el doctor Kalmar, como se lo conocía por aquí.
Exilio. El autor nació en Viena en 1911, en el seno de una familia judía. Para 1935 se había graduado como doctor en Derecho y trabajaba como auxiliar en un bufete. Ya por entonces su condición de judío en un país gobernado por un régimen fascista le impedía hacer carrera judicial y lo relegaba a cargos menores. Pero la situación empeoró en 1938, cuando Austria fue anexada a Alemania. Eso lo obligó a escapar de su tierra convertido en marinero de un buque noruego.
Ese fue el comienzo de una peripecia que lo llevó primero a Bolivia -donde se ganó la vida como pintor de paredes, artesano, vendedor de pantallas para lámparas, profesor particular de inglés y socio de una tienda de joyas y antigüedades- y posteriormente a Uruguay.
Finalizada la guerra, Kalmar comenzó a trabajar de modo honorario para el consulado de su país, tarea que continuó en Uruguay, adonde arribó en 1953 junto a su esposa, la actriz austríaca Erna Terrel (considerada una de las más destacadas del Teatro Alemán de Praga y expulsada por negarse a trabajar para los nazis).
Kalmar era un hombre curioso y un lector voraz desde pequeño. “Su madre, si quería castigarlo, le prohibía leer. Así como hoy se amenaza a los niños con sacarles la computadora”, recuerda Roberto Kalmar, sobrino del autor, uruguayo de nacimiento y residente en Austria desde los 16 años. Roberto está en Montevideo para presentar el libro de su tío el próximo martes a las 19 horas en el Instituto Goethe. También para homenajearlo.
Fritz Kalmar trabajó buena parte de su vida como corresponsal para América Latina de medios alemanes, holandeses, austríacos y noruegos. Escribió poemas, obras de teatro y fue el fundador del grupo teatral Kammerspiele de Montevideo. Tiene cinco libros publicados en Viena y en 2002 recibió el premio literario Theodor Kramer de escritura en la resistencia y el exilio.
Su sobrino lo define como un hombre culto y como ese tipo de personas con las que conversar es un placer, por lo mucho que sabía y por su capacidad para generar empatía. “Era una persona muy cariñosa”, comenta.
El libro. Esa faceta de su personalidad queda en evidencia en el tono con el que describe a los personajes de sus cuentos, todos inspirados en exiliados de carne y hueso.
Está Reinhold Specht, refugiado en Lima (Perú), quien luego de meses de esfuerzo, y de pasar por varios profesores, apenas pudo aprender 37 palabras en español. También está Arnold Werber, un director teatral que fue a parar a Río de Janeiro y que aunque decía no querer saber nada con su patria no hablaba de otra cosa. O el carpintero Ewald Jung y su esposa sombrerera Finnerl, quien a fuerza de adaptación encontraba similitudes con su Austria natal en paisajes tan ajenos como la región subtropical de Los Yungas, en Bolivia.
“Heimweh” es una palabra alemana que significa “dolor por el hogar”, que no es otra cosa que la española “nostalgia”. Ese sentimiento es el eje de todos los relatos. Pero Kalmar encontró la forma de describir ese desarraigo con ternura y humor, lo que no libra al lector de transcurrir por el libro con un nudo en la garganta.
Si bien el autor cuenta historias ajenas, su propia experiencia late en esos textos. Su sobrino cuenta que él hablaba constantemente de Austria, aunque quizás de un modo “idealizado”. Dice también que llegó a sentirse “muy bien” aquí. El poema El emigrante de Viena -(ver servicio)- resumen muy bien ese sentimiento contradictorio, que excede a aquellas familias judías y es propio de cualquier emigrante de todas las épocas.
A la luz del valor literario de estos textos y de la ternura que inspiran esos personajes, Raquel García Borsani se merece un agradecimiento por haber descubierto y traducido a Fritz Kalmar. Así, los lectores uruguayos y bolivianos tendrán acceso a un libro que de otro modo nunca hubiesen tenido la oportunidad de disfrutar.
“Dos medias patrias”
“Hay un pequeño país en Europa, / allí estuvo una vez mi cuna. / Ahora, vivo, ya algo cansado, / en la patria de adopción. América. ¡Pero del Sur! / (…)
No está tan mal; podría ser peor. / El comienzo fue duro, pero uno se acostumbró, / las personas son buenas, me gustan. / ¡Si tan solo no existieran las tarjetas postales / de Salzburgo, Graz, Tirol, Viena, / Italia, Suiza, la Engadina! / Por ellas duele Europa en el corazón. / ¡Si seré tonto! No las suelto./ (…)
“No hay nada que hacer. Es mi maldición: / Vengo a casa de visita, no más./ -Aquí sería una persona entera-. / Y sin embargo, me regreso con gusto allá, / me voy con gusto, por más que añore Viena. / Ni yo mismo me entiendo, / me tira un lado, me tira el otro, / siempre deseo estar allí donde no estoy, / aquí como allá, estoy en casa y soy un extraño / y sé hace tiempo qué me angustia: / No importa cuántas veces intentemos injertar los sentimientos, / dos medias patrias no hacen una entera”. (“El emigrante de Viena”, invierno 1957-1958. Inspirado en su primera visita a Europa desde su partida en 1938).
Este poema y un resumen de la biografía del autor están incluidos en el apéndice de la versión en castellano de Vivir entre dos mundos. Cuentos de añoranza de judíos y otros exiliados en Bolivia y Uruguay (Trilce y Plural editores), escrito por la traductora Raquel García Borsani.
Fritz Kalmar nació en Viena y murió en Montevideo el 8 de junio de 2008, a los 97 años. Su cuerpo está enterrado en el Cementerio Británico junto al de su esposa, fallecida en 1985.
Los últimos veinte años los pasó entre amigos y bajo el atento cuidado de una familia uruguaya, los Pelufo. En ese tiempo, viajaba una vez al año a su querida Viena, donde pasaba seis semanas.